El fin de semana un pequeño tucumano de siete años, Erik Díaz, encontró los restos de un gran animal y la información que llegó fue sorprendente: no se trataba sólo de restos animales, sino de restos prehistóricos. Los primeros restos hallados de gliptodonte –el animal que encontró el pequeño– fueron descubiertos en Argentina en 1760 a orillas del río Carcarañá.
Conocido como el "armadillo gigante", el gliptodonte –originario de América Latina– se extinguió hace más de 10.000 años y no es de los restos favoritos de los paleontólogos para trabajar por la gran complejidad que requiere su traslado y extracción.
Las increíbles dimensiones del gliptodonte
Es que mover los fósiles de un animal que podía llegar a pesar más de dos toneladas y medir más de tres metros de longitud y uno y medio de altura –claro está– no es tarea sencilla. Sólo el enorme caparazón del "armadillo gigante" contaba con más de 1.000 placas óseas de entre dos y tres centímetros de espesor.
Pero a diferencia del armadillo que hoy conocemos, el gliptodonte no podía encoger su cabeza hacia el interior de su caparazón. En cambio, contaba con un importante escudo óseo sobre la parte superior de su cráneo para protegerse.
Cómo vivían y qué comían los gliptodontes
Por su conformación corporal, la familia de los gliptodontinos siempre debieron alimentarse cerca del suelo ya que sus vértebras cervicales les impedían incorporarse. Por ello y por su forma mandibular, eran una especie herbívora, es decir que se alimentaban de plantas.
Los restos de esta especie de mamíferos fueron encontrados en Argentina, Brasil, Uruguay y zonas de Perú. Para obtener más fácilmente su alimento, se movían cerca de fuentes de agua como ríos y lagos. También se presume que los gliptodontes luchaban entre ellos utilizando sus pesadas colas para golpearse. Un grupo de paleontólogos calculó la cantidad de fuerza que se necesitaba para romper el caparazón de estos animales y descubrieron que sus colas perfectamente podrían realizar la acción.
La obsesión de Darwin por los gliptodontes
Durante su viaje en el Beagle Charles Darwin recolectó miles de fósiles. Merecen destacarse los restos fósiles de algunos mamíferos que recogió en varias localidades de Argentina en 1832 y 1833, entre los que se encontraba el gliptodonte.
Los fósiles de Glyptodon le permitieron reconocer la relación entre los armadillos de la modernidad y los ejemplares prehistóricos al reconocer la forma corporal de los armadillos que él preparaba y comía durante sus viajes.